Las sensaciones en un escenario son de lo más cambiantes. Pasas en un segundo de pensar que todo está marchando estupendamente, a sentir que algo no funciona; de sentir que la gente está conectando, a pensar que están más cerca de irse que de seguir escuchando. Pero como digo, son sensaciones.
La verdad es que, de esta noche en Alpedrete, me quedo con un público no excesivamente numeroso pero muy respetuoso, atento y bien avenido. Quizá la plaza fuera complicada, quizá Chema Lara no tuviera el tirón suficiente para acercarles a entrar en un Teatro, con una entrada a 5 euros a beneficio de Médicos del mundo, quizases…
Soy consciente de que se hizo un esfuerzo de luces y sonido para sumar al equipo de que disponen en el Centro Cultural, y eso se notó y los músicos agradecimos. Mar, Carmen, José Miguel, Manolo, Jose y Miguel, y aquellos que no conozca: gracias. Lástima no lo pudiera disfrutar más gente. Como muestra un botón.
De todos modos, siempre digo que basta que uno escuche para que merezca la pena dar un concierto y así fue, mereció la pena mucho y escucharon más de dos y tres 😉
Estrenamos dos canciones nuevas «En la quietud» y «Me ha comido el tiempo». Las había terminado hacía poco y no estaban ensayadas, pero les propuse a Amable, Dani y Miquel montarlas durante la prueba, y así lo hicimos con la segunda, la primera la haría yo. Total que dimos dos pasaditas al tema (tono en Mi, rollo folk, etc.) y ahí estábamos tocándolo después, como si fuera la vez número 100. ¡Olé por mis niños!
Durante el concierto estuve bastante pendiente de que se estuviera agusto tanto dentro como fuera del escenario, de que el sonido fuera el mejor posible y de que mi interpretación vocal fuera la mejor, ya que tenía algunos problemas para escucharme cuando la banda tocaba a tope, problema frecuente y de complicada solución. Así que haciendo de tripas corazón, como es habitual, me concentré en las vibraciones en mi cráneo, más que en la escucha directa, para buscar afinación, y los matices que intentaba transmitir, así como el mensaje final. El resultado pareció no estar mal según vuestros comentarios…
Hacia la tercera parte del espectáculo, el frío del humo que no paró de soltar la máquina, hizo mella en mi voz y la quebró por unos instantes cuando abordábamos «Comerse la rabia». Mi primera sensación fue pensar ¿cómo terminamos este tema? y algo más grave ¿cómo terminamos la actuación?, pero con un solo de Amable en un sitio improvisado, algunas vueltas instrumentales y unas cuantas toses y carraspeos, mi voz recuperó resuello y acabamos el tema, y brillantemente el concierto, buf. Eso sí, tuve que eliminar alguna canción del repertorio por si volvía a ocurrir.
Así fuimos acercándonos al final, con vuestra participación en algunos temas, cantando y dando palmas, y vuestra escucha silenciosa activa, la cual se agradece. Espacio para el bis, si lo habíais de pedir, trago de agua en el camerino ¡que no bebí en todo el concierto! y vuelta al escenario para cerrar, como no, con «Si te vas», y mi sobrino Nicolás cantándola… Aun quedaba voz y sentimiento para este tema y sino, se saca…
Gracias a todos, y gracias particularmente a Canciones al filo, a Carlos de Abuín, organizador del ciclo y a Beatriz Pérez Otín, quien además de hacer estas preciosas fotos que os dejo aquí, ha escrito un artículo que me ha saltado la lagrimita. Léelo si te apetece.
Como he dicho otras veces, el mejor concierto siempre está por venir, pero últimamente llevamos unos cuantos que, en su contexto y medida, han estado bien.
Gracias y nos vemos en otra pronto.
p:D Si quieres ver más fotos visita mi sitio en flickr.