Ayer estuve en el último día de grabación del nuevo disco de Jorge Drexler con público. La cita era en el estudio que la SDAE tiene en la calle Abdón Terradas 3, de Madrid. Un reducido número de invitados nos inscribimos a través de su perfil en MySpace y desde el sábado 31 nos fueron repartiendo y citando en grupos de unos veinte, para que no fuera tan frío para los músicos y les llegara calor de parte de sus seguidores.
En vivos colores, casi todos con corbata y chaleco, salieron los nueve músicos, con cerca de 45 minutos de retraso y fueron recibidos con un suave aplauso. La disposición de los músicos era circular, todos viéndose a todos, con alfombras en el suelo e iluminación de lámparas de pie ténues, apoyadas por luces cenitales a modo de plató de televisión. A un lado un cuadro tipo Turner y al otro un sofá negro de cuero, sillas y cojines, donde nos sentamos la mayoría de los invitados. Se grabó con dos cámaras de fotos (que no de vídeo), supongo que para su futura inclusión como material extra del disco o cualquier uso posterior promocional.
Jorge pasó a explicar la dinámica de la grabación y sus diferencias con el directo de sus conciertos y comentó brevemente cuándo debíamos aplaudir a su señal, el silencio que debíamos guardar, etc. El hecho de que todos grabaran a la vez es mucho más exigente a la hora de los errores a cometer y el nivel de concentración general. De algunas canciones se realizaron hasta tres tomas. Para la primera de ellas, Jorge pidió a Leonor Watling su colaboración, algo que no había ocurrido en ninguno de los otros días anteriores. Supongo que fueron repartiendo el repertorio en todas las sesiones, e incluso creo que algunos temas no fueron mostrados para salvaguardar cierta sorpresa final. Ayer sonaron ocho canciones, todas nuevas, excepto una que Jorge no había grabado nunca y fue compuesta para Ana Belén y Víctor Manuel de nombre «Una canción me trajo aquí». Del resto de las canciones desvelaré la de nombre «Noctiluca» dedicada a su hijo Luca de 10 meses, una canción muy especial según sus propias palabras, y otra de las que aun resuenan en mi cabeza: «Amar la trama más que el desenlace». Sonidos muy «Drexlerianos» y aun más las letras, con sus enredos habituales haciendo círculos con las frases y sus sonoridades fonéticas. Cercanía en la voz, muy presente, pero mucho más arropado que en su disco anterior, «Cara B», de hecho aquí suena a banda, con batería, bajo, guitarras, múltiples coros y hasta sección de viento con dos saxos (tenor y soprano) y trompeta.
La mayor de las diferencias con sus trabajos anteriores reside en que en ninguna de las canciones que pude presenciar sonó la guitarra española. Jorge tocó acústica en dos temas, y eléctrica (Gibson de media caja) en
el resto, algo que proporciona más longitud y recorrido a su sonido dándole un toque de renovación y búsqueda con ese leve vibrato en el que ha conseguido apoyarse.
En resumen creo que Matías Cella (productor y bajista) busca un sonido que atrapar en el instante, inmediato y momentáneo, que pase, que ocurra, lleno de colores y pintadas como hablé con Borja Barrueta en el descanso, estupendo batería a quien conocí hace poco ya que también toca con mi amigo Leo Minax.
Una envidia enorme de músicos, de lugar, de medios y dinero para realizar una idea, un sueño, una realidad que mostrar y pueda sonar en miles de equipos de música. Este tipo de aventuras cuestan, y Jorge Drexler se lo puede permitir y ha de hacerlo. Está en la NBA 😉
En breve podremos escucharlo y degustarlo.
Ahora me queda seguir intentando grabar mi nuevo trabajo…
Gracias Jorge, gracias Bea por acompañarme y saludetes patós.
Chema Lara
p:D Siento no poder aportar fotos, pero obviamente no me dejaron entrar con la mochila je, je…